sábado, 21 de septiembre de 2013

Criticando cine: La mujer de negro

Acabo de ver La mujer de negro, dirigida por James Watkins y protagonizada por Daniel Radcliffe (el señor Potter). Son las 5:46 y me quiero dormir, ergo iré rápido.















Pese a que la mayoría de escenas turbias están dirigidas de la misma manera (tres planos: plano subjetivo, seguido de un primer plano y de otro subjetivo, o un general en algún que otro caso, en el que se incluye definitivamente el susto, subiendo la música una barbaridad para propiciar que des un bote por zambombazo más que por miedo, que es el mismo bote que pegas cuando te pones una canción con cascos sin ver que el volumen estaba al tope), la película me ha gustado, y para que me guste a mí una película de este género, ha de ser buena. Y tampoco es que sea la repanocha de la cinematografía de terror, pero está bien llevada. La historia está bien, no me han entrado ganas de defecar en el pecho del guionista en ningún momento, cosa que suele pasar a menudo. Todos los clichés están bien unidos, tanto los de guión como los de realización, que son unos cuantos, y están enfocados con cierta originalidad. El amigo Harry no lo hace mal; tiene cara cartón, sí, pero creo que es un cartón pertinente para esta película. Si la veis doblada enfrentaos a la voz de un niñato adolescente para, supuestamente, un pavo pseudoadulto (misma voz que le ponen en Wizard High School). Versiones originales, hamijos, son la clave. Por lo que he estado leyendo, el final es odiado por muchos (no problemo, no escribiré spoilers), pero realmente es un final oportuno: se cierra con varios elementos presentes en la cinta desde el opening. Quizá no tendría que haber sido tan así, pero no me parece mal el enfoque. Me sobran los dos segundos anteriores al pantallazo negro final-final, cierto es. Justo los dos segundos anteriores. Cuando la veáis, sabréis de lo que hablo.
Ahora bien, en el momento en que se convenzan de que el terror es un género completamente diferente al de la sucesión de sustos provocados por subidones acústicos, seré feliz. Le quitas todos esos momentos de zambombazo musical, o de efectos de sonido exagerados, y queda un verdadero film de terror (decir film es tan puto pedante que me resulta genial). Es labor del público estar atento y ver lo inquietante sin necesidad de un CHANAN. Que lo turbio perturbe pero que no sea tan evidente. Que no aparezca con toda la orquesta señalizando que, brevemente, algo horrible ha salido en la peli. Abogo por muchos más momentos CHANANS en escena durante los metrajes pero sin CHANANS; no resultarán tan excesivos ni cargantes, puesto que aparecerán libres de las ataduras graduales del sonido, y será todo más mejor en el campo del terror.
Creo yo.
Cine de terror que asuste, no que digas UY K ZUZTO.
PITO.

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